Francisco Cerúndolo
Desde su aparición en el circuito profesional, Francisco Cerúndolo ha trazado un camino que combina disciplina, esfuerzo sostenido y un profundo amor por el tenis. No es casual que haya surgido de una familia marcada por el deporte: su padre, Alejandro Cerúndolo, fue entrenador de tenis; su hermano menor, Juan Manuel, también se ha hecho un lugar en el circuito ATP. Pero en Francisco, esa herencia tomó una dirección propia, intensa, y sobre todo, decidida.
Primeros años: una raqueta como extensión del cuerpo
Nacido el 13 de agosto de 1998 en Buenos Aires, Francisco no tardó en encontrar su lugar dentro del deporte blanco. A diferencia de quienes descubren el tenis por casualidad, su acercamiento fue casi natural, como si la raqueta hubiese estado ahí desde siempre. Las canchas del Club Náutico Hacoaj y el Club Ferrocarril Oeste lo vieron dar sus primeros pasos. Aunque jugó al fútbol en paralelo durante un tiempo, fue el tenis el que terminó por ganarle el pulso al resto.
En entrevistas, Francisco ha señalado que su mayor fuente de inspiración no fue un ídolo extranjero, sino el entorno familiar. Ver entrenar a su padre y crecer con la rutina deportiva lo llevó a desarrollar un respeto profundo por la constancia, el trabajo metódico y la competitividad sana.
Una carrera en ascenso: paso a paso, sin atajos
Su debut profesional llegó en 2018, pero el punto de inflexión fue 2021, cuando alcanzó la final del Argentina Open como lucky loser, un hito que marcó su ingreso al radar internacional. Desde entonces, no ha parado de crecer: en 2022 obtuvo su primer título ATP en Bastad, Suecia, y en 2023 alcanzó el puesto N°19 del ranking mundial, consolidando su presencia entre los 30 mejores del planeta.
Su estilo se caracteriza por un drive potente, gran movilidad y una lectura táctica afinada. Pero más allá del talento, lo que ha sostenido su evolución es su obsesiva dedicación: sesiones dobles de entrenamiento, viajes constantes, adaptación a superficies y climas, y una mentalidad que se fortalece con cada derrota tanto como con cada victoria.
La influencia silenciosa del entorno: familia, formación y valores
Detrás del rendimiento deportivo hay una estructura que no suele verse pero que resulta vital. Francisco estudió en la Universidad de South Carolina, lo que le permitió desarrollar una mentalidad universitaria y una formación completa que combina deporte con estudios. Esa experiencia en el circuito universitario estadounidense le otorgó madurez competitiva y una perspectiva distinta sobre su carrera.
La cercanía con su hermano Juan Manuel también ha sido un pilar. Aunque sus estilos de juego son distintos, comparten rutinas, giras y una mirada fraterna del deporte que los ha fortalecido en un circuito individualista por naturaleza.
La pasión como guía cotidiana
Lo que diferencia a Francisco Cerúndolo no es solo su nivel de juego, sino su manera de vivir el tenis. No existe día sin entrenamiento. No hay partido menor. Cada torneo es una posibilidad de mejora, y cada gira un nuevo laboratorio. La pasión, en su caso, no es una palabra vacía: se traduce en hábitos, decisiones, renuncias. En vez de instalarse en Europa, por ejemplo, como hacen muchos tenistas argentinos, sigue eligiendo volver a Buenos Aires cada vez que puede, entrenar con su equipo, y mantener los vínculos que lo conectan con su esencia.
Cerúndolo ha declarado más de una vez que prefiere crecer despacio pero con base firme. Esa elección lo ha llevado a progresar sin escándalos ni luces excesivas, con la mirada puesta en convertirse en un referente del tenis argentino, no solo por resultados, sino también por valores.
Proyección y madurez: un nombre con peso propio
Hoy, con más de 20 victorias en torneos ATP durante las últimas dos temporadas, Francisco Cerúndolo ya no es una promesa. Su presencia en Grand Slams como Roland Garros o el US Open genera expectativas, tanto por su rendimiento como por su actitud. No entra a la cancha para figurar: entra a competir. Su madurez mental, su inteligencia táctica y su vínculo con el juego hacen que cada partido sea una nueva declaración de intenciones.
Si bien el futuro es incierto en cualquier disciplina de alto rendimiento, pocos dudan de que Cerúndolo tiene herramientas para mantenerse en la élite durante varios años. Lo respalda su recorrido, su ética de trabajo y ese fuego interno que, lejos de apagarse, parece encenderse más con cada desafío.