Gonzalo Valenzuela
Gonzalo Valenzuela es mucho más que un actor de televisión: es un creador inquieto, con una vocación profunda por el teatro y una vida marcada por decisiones intensas. Desde sus comienzos en Chile hasta su consolidación en Argentina, su carrera refleja una búsqueda constante de sentido, verdad y riesgo artístico, atravesada también por vivencias personales que lo transformaron en escena y fuera de ella.
El inicio de una búsqueda sin concesiones
Gonzalo Valenzuela nació en Santiago de Chile el 26 de enero de 1978, y desde sus primeros pasos en la actuación dejó en claro que no estaba dispuesto a transitar un camino prefabricado. Se formó en la Escuela de Teatro de Gustavo Meza, donde comprendió que su vínculo con el arte no se limitaría al rol de intérprete: buscaba ser un creador integral, una presencia viva dentro del escenario. En lugar de aspirar al reconocimiento inmediato, Valenzuela eligió el rigor del entrenamiento actoral, la exposición emocional y el riesgo artístico como pilares de su carrera.
La televisión como plataforma de proyección
Aunque el teatro siempre fue su base, el rostro de Gonzalo Valenzuela se hizo familiar al gran público chileno a través de la pantalla chica. Su debut en televisión se dio en TVN con la teleserie “Piel Canela” en 2001, donde su naturalidad y magnetismo escénico lo destacaron de inmediato. No pasó mucho tiempo hasta que Canal 13 lo sumara a su elenco estable, y luego vinieron éxitos como “Machos” (2003), donde su personaje de Adán Mercader lo consolidó como uno de los actores jóvenes más prometedores del país.
La televisión le ofreció visibilidad, pero también tensiones. Valenzuela se mostró muchas veces incómodo con el encasillamiento mediático, y su inquietud lo llevó a cruzar la cordillera.
Argentina: expansión, vínculo y nuevos desafíos
En Buenos Aires encontró un segundo hogar. Allí desarrolló una parte significativa de su carrera, no solo como actor sino también como productor teatral. En 2005 fundó junto a Benjamín Vicuña el espacio “El Hijo”, donde se exploraron obras de alto compromiso artístico, desmarcadas del circuito comercial. Esta etapa fue clave para que su trabajo se volviera más introspectivo y político. En Argentina también participó en exitosas producciones televisivas como “Botineras” (Telefe) y “Socias”, donde demostró una versatilidad que rompía con su imagen de galán.
Teatro: el lugar donde se respira
Para Gonzalo Valenzuela, el teatro no es un soporte más: es el lugar donde el actor vuelve a aprender. En 2011, fundó la compañía Matucana 100, con el objetivo de producir teatro contemporáneo de alto impacto. Obras como “Closer” o “La Celebración” mostraron su voluntad de arriesgar en la elección de textos, personajes y estéticas.
Su labor como actor y productor en este ámbito ha sido reconocida por colegas y críticos. Lo que lo distingue no es solo la capacidad de sostener un texto en escena, sino su compromiso con el proceso creativo desde el inicio: la selección del guion, el trabajo con directores, el armado de los ensayos. Gonzalo no actúa por oficio, sino por pulsión.
Vida íntima: paternidad y transformación
Más allá del escenario, su vida personal ha estado atravesada por relaciones intensas, públicas y también dolorosas. Fue pareja durante años de la actriz Juana Viale, con quien tuvo dos hijos. El nacimiento de Silvestre en 2008 y Alí en 2011 marcó un giro en su perspectiva vital. Valenzuela ha declarado en varias entrevistas que la paternidad le enseñó sobre el tiempo, la entrega y la paciencia, conceptos que también redefinieron su vínculo con el trabajo.
El fallecimiento de su primer hijo, Ringo, fue un golpe que lo marcó profundamente. Desde entonces, su relación con la exposición mediática cambió radicalmente. Gonzalo ha elegido cuidar su intimidad sin dejar de compartir algunas reflexiones desde un lugar humano, no desde la estrategia comunicacional.
Más allá de los reflectores: nuevas búsquedas
En los últimos años, Valenzuela ha transitado caminos más arriesgados. Su participación en series como “La Jauría” (Amazon Prime/TVN) lo mostró en un registro más oscuro, con temáticas contemporáneas y complejas como el abuso y la justicia social. Al mismo tiempo, no ha dejado el teatro ni la producción independiente, combinando su presencia en plataformas globales con el trabajo artesanal en salas pequeñas.
También ha incursionado en el boxeo amateur, una práctica que lo acompaña hace más de una década y que define como una forma de meditación física. Para él, entrenar es actuar con el cuerpo, ensayar con uno mismo.
Un actor que se piensa a sí mismo
Gonzalo Valenzuela nunca ha buscado ser cómodo. Sus decisiones artísticas, personales y mediáticas responden a una ética íntima de coherencia. A lo largo de más de dos décadas ha combinado éxito comercial con exploración estética, y se ha convertido en una figura incómoda para quienes esperan que el actor sea un producto predecible.
Su pasión no está en el reconocimiento ni en los titulares, sino en el acto mismo de entregarse al oficio, una y otra vez. Allí donde otros bajan la intensidad, Gonzalo Valenzuela elige involucrarse más.