La pasión de Natalia Machain por la defensa ambiental

El derecho como punto de partida. La biodiversidad como causa de vida. En el caso de Natalia Machain, estos dos ejes se encuentran en una trayectoria profesional que hace de la defensa del medioambiente mucho más que una ocupación: una forma de intervenir el presente. Desde 2018, dirige Greenpeace Andino, una oficina regional que articula acciones ambientales en Argentina, Chile y Colombia. Lo hace desde una mirada jurídica, política y estratégica, con el foco puesto en los ecosistemas amenazados y las estructuras que los ponen en riesgo. Transformar el derecho en herramienta de acción.

Formación interdisciplinaria con enfoque ambiental

Machain es abogada por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y profundizó su formación en áreas complementarias: Antropología Social y Política (FLACSO), Economía Ambiental y Gestión Ambiental (UCA e ITBA). Con ese recorrido académico fue moldeando una forma de hacer ambientalismo que combina lo técnico con lo humano, la norma con la urgencia.

Campañas que conectan territorio, ley y opinión pública

Greenpeace Andino, bajo su liderazgo, ha promovido campañas que buscaron transformar realidades desde la acción directa y la generación de conocimiento. Una de ellas fue “Patagonia sin salmoneras”, centrada en los efectos nocivos de la industria salmonera en Magallanes (Chile). Otra, el “Reporte Carpincho”, ayudó a instalar en la agenda pública el impacto del urbanismo sobre el Delta del Paraná.

Incidencia normativa y trabajo educativo

También ha impulsado acciones legales y propuestas normativas, como el proyecto de Ley de Humedales, así como iniciativas orientadas a proteger glaciares, bosques y mares. En paralelo, promovió el desarrollo de contenidos educativos y culturales enfocados en jóvenes e infancias, buscando ampliar la base social del compromiso ambiental.

Una forma persistente de compromiso

La pasión de Machain no se traduce en discursos exaltados ni en una presencia constante en los medios. Se expresa en su constancia, en su manera de tejer redes, en su participación sostenida en algunos de los debates más importantes sobre el ambiente en el Cono Sur. Desde la trinchera jurídica o en el campo, entre topadoras o en congresos, su nombre aparece vinculado a una forma de entender el derecho como herramienta de transformación y a la naturaleza como bien común a proteger.

Más que una carrera, su recorrido revela un compromiso vital por encontrar formas posibles de convivencia con el entorno. Su trabajo no solo busca frenar el daño: intenta reconfigurar el vínculo entre las sociedades humanas y los territorios que habitan. En ese gesto se sintetiza su pasión.